lunes, 2 de septiembre de 2013

domingo, 24 de febrero de 2008

VIGENCIA DEL PENSAMIENTO PEDAGÓGICO DE LUIS BELTRÁN PRIETO FIGUEROA

La crisis de la educación venezolana está determinada por la característica del modelo económico capitalista predominante en el país, que profundiza las desigualdades sociales. De allí que la misma se manifiesta en baja calidad de la educación, altos índices de repitencia y altos índices de exclusión de los sectores más empobrecidos de la población.
En el caso de América Latina sostiene Arnove (2006) la situación es más crítica, ya que por las deudas contraídas con el FMI. (Fondo Monetario Internacional) en estos países están condicionados a las políticas económicas y sociales neoliberales que les imponen, para lograr acceso al capital y a los mercados internacionales.
En este sentido, los avances que se habían obtenido en la inclusión de los sectores más desposeídos al sistema educativo, en los períodos comprendidos entre la década de los sesenta y mediado de la década de los ochenta, han sido erosionados por la introducción de políticas basadas en teorías neoliberales que privilegian el mercado, y están diseñadas para desmontar el sistema integral de educación, descentralizarlo y privatizarlo.
Los amplios sectores de la población en condiciones de pobreza que se incorporan al sistema educativo, lo realizan en condiciones de desigualdades económicas y sociales. Situación que hace al sistema educativo un instrumento para reforzar la pobreza y perpetuar la desigualdad. Limitando de esta forma el acceso a una educación de calidad e igualdad de oportunidades en la vida.
El Boletín Informativo del Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación (Enero-marzo 2006) manifiesta que en los últimos diez años en América Latina “la situación social de la región no ha mejorado y el impacto de la reforma educativa en términos de equidad es mínimo… La división entre ricos y pobres se ha acrecentado”.
La red de protección social que se proporcionaba a los sectores más desamparados de la sociedad ha sido en gran parte desmantelada (caso Venezuela con la pérdida de las prestaciones sociales de los trabajadores) acrecentando con ella las condiciones de miseria de la población. Sin embargo a partir del año de 1999 se logró desmontar toda una política orientada a la privatización del sistema de salud y educación que golpeaba a los sectores más pobres de la población.
En Venezuela, ya desde finales de la década de los ochenta, se realizaron amplios diagnósticos acerca de la crisis educativa. Como producto de ellos se elaboraron varios documentos, entre ellos figuran el Informe de la Comisión Presidencial para el estudio del Proyecto Educativo Nacional (1986), Calidad de la Educación Básica en Venezuela; “Estado del arte” (1992), La Reforma Educativa una prioridad nacional (1994) y el Plan de Acción del Ministerio de Educación (1995). Estos diagnósticos condujeron a una revisión de la política educativa que culminó con la implantación de la Reforma Educativa del año 1996.
Los diagnósticos coinciden en señalar que la crisis de la educación es fundamentalmente de carácter social y esta se reflejaba en altos índices de repitencia, deserción y exclusión. Asimismo, resaltan la baja calidad de la educación orientada por un modelo de enseñanza y aprendizaje que había perdido vigencia y que era necesario sustituir por otro, porque no responde a las necesidades de la sociedad
En el capitalismo los sectores más pobres de la población son marginados en el aspecto político, económico, social y cultural. Dentro de esta misma clase social aquellos que se encuentran en condiciones de pobreza extrema son excluidos del sistema educativo y muchos de ellos no logran culminar el sexto grado. Estos son los que pasan a ingresar a los datos estadísticos como repitientes y “desertores”, asimismo, son los etiquetados como de mala conducta, desadaptados sociales, presentar problemas de aprendizajes. A mayor pobreza, mayor desintegración familiar y social, mayor distancia cultural, mayor exclusión. Podríamos afirmar que el fracaso escolar está vinculado a la estructura de clase de las sociedades capitalistas.
La exclusión se manifiesta en todos los ordenes de la vida humana, tiene que ver con la falta de acceso a una vida digna, que permita el desarrollo de sus potencialidades, a la carencia de un hogar adecuado para compartir la vida con la familia, a la imposibilidad de la familia de tener un empleo estable que garantice la satisfacción de sus necesidades.
Consciente de esta realidad, Luis Beltrán Prieto Figueroa dedicó parte de su vida a la lucha por el desarrollo de una educación humanista, donde el centro de la misma sea el hombre como ser social, formado con nuevos valores entre los que destaquen la justicia social, la equidad, la solidaridad, la cooperación, el amor al prójimo. Esta educación tiene por objeto la emancipación del hombre, desarrollando una conciencia crítica colectiva para generar nuevos mecanismos de decisión aplicando el principio de justicia que de prioridad a los excluidos. Apostó a una educación liberadora en sentido integral, en su perspectiva ética, política y cultural.
Esta educación humanística que propone Prieto está ubicada en un tiempo histórico determinado, con necesidades y exigencias de ese momento. Éste es un tiempo dialéctico y no estático, ya que el hombre es capaz de cambiar su realidad y en este proceso se transforma el mismo como ser social oponiéndonos a la visión de la historia inmovilizadora como afirma Freire (2001)
… que ve en el futuro la pura repetición del presente. En general, así es como piensan los dominadores. Para ellos y ellas el mañana es siempre su presente de dominadores, que se reproduce con alteraciones adverbiales. En esta concepción no hay lugar para la superación sustantiva de la discriminación racial, sexual lingüística, cultural, etc.… Los negros continúan siendo inferiores, pero ahora pueden sentarse en cualquier lugar del ómnibus… Los latinoamericanos son buena gente, pero no son puntuales… María es una joven excelente… es negra pero muy inteligente. En los tres casos la conjunción adversativa pero está cargada de la ideología autoritariamente racista, discriminatoria. (p.38)

Con ello queremos decir, que estamos en capacidad de transformar la realidad y construir un futuro diferente. Es internalizar que el mañana tiene que ser hecho por nosotros. Cuando se piensa que el mañana es inexorable, que tiene que venir, se es ingenuo, porque el mañana solo viene si lo hacemos junto con los otros.
De allí que el desarrollo de una educación humanística pasa por la transformación de la realidad de injusticia social. Implica compromiso con los sectores más desposeídos de la población. Significa con ello que la escuela debe reivindicar su carácter social, ofreciendo ambientes enriquecedores de aprendizajes. Conociendo la realidad de sus alumnos para darle asistencia aquellos que se incorporan con mayores desventajas, bien sea por sus carencias económicas, hogar desintegrado, poco apoyo de la familia al proceso educativo, abandono etc. Apoyándolos para ello con los especialistas y maestros que logren sensibilizarse y adquirir compromiso con esta realidad.
La escuela hasta el momento margina a estos niños que se incorpora con tantas desventajas. Bajo la justificación de que el niño no recibe ayuda en su hogar, tienen padres irresponsables, pero no se acerca para profundizar la realidad de estos estudiantes y ofrecer alternativas que el hogar no está en capacidad de dar.
Esta realidad está en constante cambio y cada uno de nosotros como individuo en relaciones de interacción social ejercemos influencia en los demás, así como los demás ejercen influencia en nosotros. Briggs y Peat (1999) afirman que en la medida que realicemos acciones para generar cambios, esos pequeños pasos generan lo que ellos califican como la ley de la influencia sutil, donde pequeños efectos producen pequeños cambios. En ese mismo orden manifiestan que:
…cada uno de nosotros afirma, para bien o para mal, por nuestro modo de ser. Cuando somos negativos o deshonestos, esto ejerce una sutil influencia sobre los demás, al margen de cualquier impacto directo que pueda tener nuestra conducta. Nuestro ser y nuestra actitud conforman el clima en el que otros viven, la atmósfera que respiran… (p. 56)


Los procesos de cambios generan conflictos internos y externos. Interno en el individuo que está sufriendo el cambio y que vive en una serie de contradicciones permanentes y externo en el colectivo que está sujeto a cambio y que debe desarrollar una lucha entre el viejo paradigma y el nuevo paradigma, llevando así una confrontación permanente. Estos conflictos son mayores cuando el paradigma debe desafiar a un modelo económico como sociedad, que lo contradice y lo enfrenta.
Es por ello que en las sociedades capitalistas cuando tratamos de impulsar un cambio que se enfrenta a la ideología de las clases dominantes, esta funciona como una cultura de resistencia a la cultura de dominación y ese cambio se debe expresar en la praxis educativa, ya que es un cambio en el pensamiento y la acción.

En este sentido Hargreaves (2001) argumenta que desde la óptica política, “es importante que cuando los profesores se comprometan con el trabajo intelectual del cambio, no reflexionen únicamente sobre su práctica, sino que lo hagan de una manera critica sin perder de vista los fines sociales a los que sirve esa práctica…” p.132
El cambio de paradigma debe llevar a una revisión de los referentes teóricos que lo sostienen así como su concreción en la práctica. Si no se establece una unidad dialéctica entre teoría y práctica corremos el riesgo de quedarnos en el discurso, pero sin generar transformaciones es decir, en un teoricismo. En el otro extremo, aceptar que la teoría no hace falta y limitarnos al conocimiento operativo, tecnicista, esto dará como resultado un conocimiento que nos conducirá a un pragmatismo que tampoco transforma la realidad.
Hay quienes creen que los cambios son naturales. Surgen como producto de una evolución espontánea. Otros creen que el problema es aprenderse el discurso que está de moda para que lo sientan “actualizado”. No lo asumen como proceso consciente que tiene una repercusión en la práctica y se preocupan cuando estos generan conflictos. En este sentido, compartimos la posición de Hargreaves (1996) cuando afirma:

El conflicto constituye un elemento necesario del cambio…La mayoría de los profesores consideran que la clave del cambio está en cuestionar su carácter práctico. A primera vista parece que juzgar los cambios por su practicidad es como calibrar las teorías abstractas frente a la dura realidad. Pero hay algo más. En la ética de la practicidad de los profesores existe un poderoso sentido de lo que sirve, de los cambios viables y de los que no lo son, no es abstracto... (p.40)

La adopción de la Educación Popular que defendió Prieto implica una práctica conducente a la confrontación de ideas, valores y al desarrollo de un espíritu crítico de los estudiantes y docentes orientado a reivindicar la condición humana del hombre. Entre unos valores que predomina en la sociedad capitalista marcada por la injusticia social, el individualismo, la competencia, la exclusión social, el egoísmo, la discriminación social, en contraposición a otros valores donde predomine la equidad, la justicia social, la solidaridad, la cooperación, la inclusión, su compromiso con su país. Es valor al hombre por lo que es como ser social, ético y moral y no por la cantidad de bienes materiales que logre acumular.
Los cambios se dinamizan en procesos de interacción social, en cooperación con actitud crítica y autocrítica para revisar hasta que punto estamos siendo consecuente en nuestra práctica con el discurso, promoviendo el diálogo para dejar en evidencia nuestras dudas e incertidumbre. Es por ello que compartimos el planteamiento de Gramsci (1974) cuando afirma:
…en consonancia con su fuerza lo que el individuo puede cambiar es bien poco. Es cierto hasta cierto punto, porque el individuo puede asociarse con todos los que desean el mismo cambio, y si este cambio es racional el individuo puede multiplicarse por un número imponente de unidades y conseguir una transformación más radical de lo que a primera vista pueda imaginarse (p. 94)

Para la Educación Popular las situaciones de la desigualdad social y la exclusión son problemas éticos centrales y deben abordarse como producto de la división de clase que se dan en los países capitalistas. No son cambios individuales los que se promueven donde a veces el discurso no trasciende de si los profesores son reflexivos o no, o si la organización escolar permite la innovación en la didáctica. Pensamos que es necesario ir construyendo nuestros referente teóricos y filosóficos. Que partan de nuestras raíces históricas y respondan a nuestro contexto que permitan facilitar la comprensión de la problemática educativa y generar cambios trascendentes a la realidad inmediata. En consecuencia es necesario un trabajo colectivo, que implica desarrollar una nueva cultura de individuos trabajando colectivamente con los otros para llevar a cabo esos cambios. En ese sentido el pensamiento de Luis Beltrán Prieto Figueroa se convierte en un referente para los educadores venezolanos.

Referencias Consultadas
Arnove, R (2006) “Encuentro educación y equidad en América Latina” Instituto Pedagógico de Caracas. Venezuela.
Briggs J y Peat F (1999) Las sietes leyes del caos. España: Grijalbo
Gramnsci, A. (1974). La formación de los intelectuales. Colección 70, México: Grijalbo.
Hargreaves, A. (1996) Profesorado, cultura y postmodernidad. España: Morata
Hargreaves, A. (2001). La enseñanza más allá de las materias y los niveles Colección Repensar la educación. España: Octaedro
AUTORA: ELIA OLIVEROS